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Sólo las personas licenciadas en medicina pueden ejercer la medicina, y sólo las personas licenciadas en derecho pueden ejercer la abogacía. Sin embargo, en España como en otros países, muchas personas que ocupan puestos de dirección empresarial no tienen una formación universitaria en administración y dirección de empresas. Esta circunstancia invita a preguntarse si existen diferencias en los comportamientos y en los resultados empresariales entre, empresas que están dirigidas por personas con formación universitaria en administración de empresas (grado o master), y empresas dirigidas por personas sin esa formación y, en caso afirmativo, en qué se materializan esas diferencias.
Un trabajo publicado recientemente como documento de trabajo en la colección del National Bureau of Economic Research, NBER, con el prestigioso profesor del MIT Daron Acemoglu entre sus coautores, responde a la pregunta anterior, con datos de empresas y directivos de Estados Unidos y Dinamarca. Utilizando técnicas de análisis de datos validadas en la profesión, el estudio concluye que la sustitución de personas sin formación universitaria en administración y dirección de empresas por personas con esa formación, en puestos de alta dirección empresarial, cambia el comportamiento de las empresas: con las personas con formación universitaria en administración y dirección de empresas las empresas reducen los salarios de los trabajadores y reducen la participación de los gastos de personal en el valor añadido de las empresas, en comparación con lo que ocurre en empresas con directivos que no poseen esa formación universitaria. Por otra parte, después de la sustitución de personas sin formación universitaria en dirección de empresas por otras que sí tienen esa formación, las empresas mantienen la misma tendencia que antes en productividad, empleo e inversión. Los resultados son similares en Estados Unidos y en Dinamarca, a pesar de las diferencias institucionales entre los dos países. Ver anexo con cuadro de resultados de análisis copiados del artículo original.
En resumen, los directivos con formación universitaria en dirección de empresas no consiguen mejores resultados que los directivos sin esa formación en cuanto a creación de riqueza (mayor producción, empleo e inversión). Sin embargo, la formación de los directivos sí influye en la distribución de la riqueza creada en la empresa: las empresas con personas sin formación universitaria en dirección de empresas en puestos de alta dirección comparten con los trabajadores incrementos en la riqueza creada por shocks externos positivos (aumentos no esperados en las exportaciones, por ejemplo); las empresas con personas en alta dirección formadas en dirección de empresas, en cambio, no comparten las ganancias con los trabajadores. Tanto en Estados Unidos como en Dinamarca, la proporción de trabajadores que desarrollan su trabajo bajo la dirección de personas con formación universitaria en dirección de empresas aumenta de forma notable a lo largo del tiempo. Por esa razón, un número creciente de trabajadores habrán visto reducidos sus salarios, lo que es un factor más a tener en cuenta cuando se trata de explicar la creciente desigualdad económica. En este sentido, los autores del trabajo atribuyen a este hecho entre un 20%-30% del incremento en la desigualdad salarial en los dos países.
El trabajo somete los resultados a rigurosos análisis de robustez con el fin de asegurar el efecto causal de la diferente formación de los directivos en los resultados obtenidos (podría ocurrir que las empresas seleccionan preferentemente a los directivos formados en dirección de empresas precisamente para encargarles la misión de reducir salarios a los trabajadores). También indaga sobre si los resultados pueden deberse a la autoselección de los/las estudiantes cuando eligen formase en dirección de empresas, o, por el contrario, como sugiere la evidencia aportada en el trabajo, la explicación de los mismos está en los valores y las técnicas que se aprenden durante la formación universitaria. Aunque los resultados son similares para personas con formación de grado y personas con formación de máster (MBA), el estudio no profundiza en las diferencias atribuibles a obtener la titulación en una universidad o en una escuela de negocios.
Seguro que otras investigaciones llegarán a conclusiones más positivas sobre el valor social de la formación universitaria en administración y dirección de empresas. Además, aunque Estados Unidos y Dinamarca son suficientemente distintos para creer que el entorno institucional no es un factor determinante de los resultados del estudio, no sabemos en qué grado son extrapolables a otros países, incluida España. En todo caso el estudio invita a una reflexión colectiva sobre para qué y cómo formamos a las/los estudiantes en nuestra facultad: ¿para crear riqueza, o para distribuirla con un sesgo determinado?
Vicente Salas Fumás
Profesor emérito de la Universidad de Zaragoza